Salvador Dalí
Es un ejemplo más de Dalí como
pintor de paroxismos viscerales. Terminado en 1945, tanto la guerra civil
española como la segunda guerra mundial ya habían finalizado y sus muertos
resucitan en una Europa de postguerra “atormentada por dramas ideológicos, inquietudes
morales y estéticas”. Dalí resume así las ideas plasmadas en este
cuadro: “De toda la España martirizada se elevaba un olor de incienso, de carne
de cura quemado, de carne espiritual descuartizada mezclado al olor penetrante
del sudor de las masas fornicando entre ellas y con la muerte… Haría falta
cavar la tierra para exhumar la tradición y profanarlo todo, para poder sacar
de nuevo todos los tesoros que el país escondía en sus entrañas”.
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