The Brooklyn Museum de Nueva York
Edgar Degas
La danza será uno de los temas
favoritos de Degas. Esta obra se considera la primera en la que hace referencia
a esta temática, aunque más bien da la impresión de situarnos dentro del
retrato que en las escenas que la harán tan famoso como Clase de danza o
Ensayo. Recoge un momento de la representación del ballet La Source de Ludwig
Minkus, concretamente el primer acto cuando la protagonista - Nouredda - ha
acabado su frenética danza y escucha a una de sus doncellas tocar el laúd,
mientras refresca sus pies en las aguas del estanque. Este ballet tenía muchos
efectos visuales, desde un estanque artificial hasta caballos, pasando por una
fuente, en un intento de otorgar un enorme realismo a la representación. La
dama que interpretaba a Nouredda era Eugénie Fiocre, quien a sus 22 años obtuvo
un importante éxito de crítica por su actuación, especialmente de Théophile
Gautier. Se retiraría de los escenarios a los 30 años, cuando se aseguró un
buen número de amantes que le proporcionaron estabilidad a su futuro,
convirtiéndose así en un ejemplo a seguir para las jóvenes bailarinas que se
iniciaban en la carrera. Aquí vemos a Mlle. Fiocre vestida de azul, escuchando
plácidamente la música del laúd de su doncella. Junto a ellas un caballo bebe
agua del estanque y otra de las doncellas parece lavar un paño de color blanco.
Al desarrollarse la escena junto a un estanque, las figuras se reflejan
perfectamente en las aguas, obteniéndose una excelente sensación paisajística
al estilo de Courbet. El maestro que más influye en esta escena es el inglés
James M. Whistler, cuyas Sinfonías en blanco estaban causando auténtico furor
entre los pintores jóvenes. También se aprecia cierta influencia de los
Prerrafaelitas, grupo de pintores ingleses que tomaba como punto de partida la
pintura italiana del Quattrocento, una de las más atractivas para Degas. La
composición se organiza a través de una diagonal en la que se insertan las
diferentes figuras. Como buen retratista, Degas se preocupa por mostrar los
rostros de las mujeres, obteniendo un excelente retrato de Eugénie Fiocre, de
la que realizó algunos dibujos en los ensayos. El colorido es relativamente
apagado, destacando las tonalidades claras del azul del vestido junto al blanco
de las transparencias del velo. Los sienas, rojos y grises completan la imagen.
La factura empleada es muy atractiva, conjugando la pincelada suelta con buenas
dosis de dibujo en una obra atrayente, en especial por el reflejo de las
figuras en el agua.
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