Jean-François Millet
En este nocturno el paisaje está iluminado por la luna, cuya luz se difunde con un movimiento ondulatorio que da la impresión de palpitar rítmicamente. Toda la composición se halla impregnada de una sensación de paz y de profunda calma. El pastor es una simple silueta oscura, de gestos que se nos antojan lentos y mesurados, de una silenciosa majestad. Las siluetas de las ovejas, que aparecen muy juntas,también se distinguen con dificultad, apenas iluminadas por los rayos de la luna.
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