Federico Barocci
Este cuadro, destinado en un principio al duque de Urbino, Francesco Maria II della Rovere, constituye un ejemplo característico del último período creativo de Barocci. El pintor se muestra más interesado en los aspectos idílicos que en el dramatismo, en contra del gusto de la época. El contraste de luces y sombras, así como el intimismo de la escena, dejan entrever una concepción barroca. Pero todavía se inscriben de lleno en el manierismo la delicadeza formal, el acentuado amaneramiento, el carácter melifluo y el colorido poco natural.
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