Joan Miró
En los retratos imaginarios podemos apreciar la búsqueda de la forma pura partiendo de un retrato clásico, que le sirve de excusa más que de modelo a seguir. Miró pinta el fondo con una saturación homogénea de color, mientras rebaja la intensidad del pigmento con aguarrás para obtener una textura más turbia en la figura de la dama.
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