Jean-Baptiste Siméon Chardin
Chardin fue admitido en la Academia con esta obra, en calidad de «pintor de animales y de fruta». Aunque en este cuadro se muestra todavía muy vinculado a la tradición holandesa, se ponen de manifiesto ya algunos rasgos propios del artista; por ejemplo, su capacidad para captar la materialidad de los objetos, los cuales, pese a la reproducción realista, tienen su propio valor estético. El equilibrio de la composición le permite crear una distancia entre el observador y el cuadro.
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