Edouard Manet
Manet, practicante de un realismo simplificador que traspone, a la moderna, la objetividad de Velázquez y Goya, maestros a los que admiró preferentemente. En esta obra se complace en presentar a su personaje en una ocupación trivial, pero no por eso deja el pintor de ahondar en el alma de su modelo, cuya penetrante expresión está lograda con la mayor sencillez, sin efectismos, sin preocuparse por la ilusión del volumen.
Lo pintó probablemente en 1868, después de haber estado en España y de haber estudiado a Goya con pasión.
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