Museo del Prado
Joachim Patinir
Se trata en este caso de un paisaje costero, con una ría que desemboca en el mar, poblado por caseríos. El santo ermitaño halla cobijo en la gruta que se abre en la ladera de una abrupta montaña erizada de peñascos, sobre la cual existe un monasterio, y aparece curando al león que se ha clavado una espina. Menudas figuras de aldeanos, otros eremitas, camellos, un ciego y su lazarillo completan este cuadro que, a pesar de su delicada ejecución tiene un sabor de extraordinario ingenuismo.
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