Juan Gris
El retrato pone de manifiesto la lucidez del artista, al que hay que considerar como cabeza de serie de la tendencia cubista, incluso por encima del propio Picasso y de Braque. Imbuido del conocimiento de la pintura parisina de la etapa anterior, el artista justificó así su posición con respecto al cubismo incipiente: “Cézanne de una botella hace un cilindro; yo parto del cilindro para crear un individuo de un tipo determinado, de un cilindro hago una botella, un cierto tipo de botella. Cézanne se dirige hacia la arquitectura; yo parto de la arquitectura… Esta pintura es a la otra lo que la poesía es a la prosa”. A pesar de la distorsión de los planos, la efigie de Picasso es reconocible, cobra solidez y precisión gracias al nítido juego de luces y sombras. Un examen a fondo revela que los elementos geométricos que integran la composición se hallan basados en formas puras: prismas, triángulos, cilindros. Por su parte, los rasgos del rostro son, a pesar de su deformación, los de Picasso, y se antoja casi milagroso tal parecido, que sobrevive a la mutilación de la forma.
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