Leonardo Da Vinci
La Virgen ofrece un clavel al Niño desnudo que se halla en un cojín junto a ella; ambas figuras están inmersas en una atmósfera íntima, iluminadas por la luz procedente de una invisible ventana situada al lado izquierdo. El paisaje exterior posee asimismo una luminosidad moderada que acentúa su condición brumosa y evanescente. La técnica de esta obra revela una personalidad ya formada, en pleno dominio de los secretos del claroscuro y del dibujo. El paisaje, atrevido por su inconcreción formal, preludia la futura evolución del maestro.
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