Albrecht Altdorfer
Siente Altdorfer un gusto por las composiciones abigarradas, pobladas por innumerables figuras, edificios y una vegetación exuberante de la que emergen aceradas montañas. Para describir este tema el pintor ha creado un escenario presidido por un monumental palacio que no corresponde a ningún estilo concreto. La escena bíblica queda en un primer término discreto, marginada por el caótico agrupamiento de personajes en la terraza del palacio. El autor desprecia toda norma de organización racional de la composición, para combinar de forma aparentemente casual la figura humana con los elementos naturales o artificiales del paisaje, cuya prolongación la constituye un celaje agitado por ligerísimas nubes que forman volutas y anillos.
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