Auguste Renoir
La composición, situada en el periodo denominado “verde”, incluye dos figuras, una dama y un caballero sentados sobre la hierba a la sombra de un árbol cuyo follaje crea un ambiente luminoso muy variado. En torno a los personajes se despliegan diversas gamas de verdes, moteadas por los rojos y blancos de algunas flores, así como por la dorada luz solar que se filtra entre las hojas. El tapiz vegetal absorbe los contornos de las figuras, que aparecen unidas de forma natural al medio que las rodea. La dama viste un ligero traje blanco que cobra irisaciones azuladas, con el cual contrasta la oscura indumentaria de su acompañante. El ambiente del cuadro sirve para subrayar las relaciones emotivas y sensuales que existen entre sus dos personajes. Un examen en detalle pone de manifiesto la espontánea técnica de ejecución de Renoir, su peculiar manera de enlazar las amplias pinceladas que describen convincentemente las calidades de los ropajes, sin cubrir por completo la imprimación del lienzo, que desempeña un importante papel expresivo. El pintor no se detiene en la descripción de los detalles, sino que esboza las formas con manchas de color que definen tan sólo sus perfiles principales. Las manos enlazadas de la dama y el caballero son, por ejemplo, una simple nota de color que contemplada a distancia ha de sugerir con realismo la presencia de unos dedos que no han sido individualizados por líneas de contorno. Por otra parte, el carácter espontáneo y abocetado del cuadro se halla atestiguado por el cambio de idea patente en la mano izquierda del caballero, que Renoir situó en principio en una posición más adelantada que la definitiva, sin preocuparse luego por ocultar la primera línea de dibujo. La figura masculina se ha tomado por un autorretrato.
No hay comentarios :
Publicar un comentario
Comenta por favor, me interesa tu opinión