Kröller-Müller Museum, Otterlo
1888
81 x 65,5 cm. Óleo sobre lienzo
1888
81 x 65,5 cm. Óleo sobre lienzo
Vincent Van Gogh
Vincent van Gogh pintó esta obra, que se encuentra en el Kröller-Müller Museum de Otterlo, en septiembre de 1888, en el mismo período que Café de noche; no obstante, esta multicolor vista externa es menos dramática.
En esta ocasión las estrellas son flores del paraíso. Más tarde Henri Matisse dirá que las flores son las estrellas de la tierra. Dominado por ese estado de ánimo, Vincent escribió: "La noche es más viva y está más ricamente coloreada que el día".
El amarillo del café destaca sobre el negroturquesa de las calles lejanas y el violeta azulado de la puerta en primer plano, y en un punto esencial roza el remoto cielo azul. En pocos centímetros de color el paisaje pasa del verde a una tonalidad anaranjada. Los paseantes de la plaza, envueltos en la órbita cálida y alegre del café, se miran y se estudian: una joven con cofia y chal y un hombre con las manos en los bolsillos se cruzan y parece como si sus miradas también se rozaran. Luminosas como monedas de plata, las mesas de esta pintura atraen a los paseantes. Parecen lunas llenas de verano, unas junto otras, reflejando todas las pequeñas luces de la noche. El espacio se abre a la derecha con un escorzo de la vida ciudadana, divididas por las siluetas oscuras de las casas y por las luces de las ventanas. Van Gogh pinta algunos pormenores con un tono sobre otro del mismo color, como el farol amarillo que destaca ante los muros del café.
En esta ocasión las estrellas son flores del paraíso. Más tarde Henri Matisse dirá que las flores son las estrellas de la tierra. Dominado por ese estado de ánimo, Vincent escribió: "La noche es más viva y está más ricamente coloreada que el día".
El amarillo del café destaca sobre el negroturquesa de las calles lejanas y el violeta azulado de la puerta en primer plano, y en un punto esencial roza el remoto cielo azul. En pocos centímetros de color el paisaje pasa del verde a una tonalidad anaranjada. Los paseantes de la plaza, envueltos en la órbita cálida y alegre del café, se miran y se estudian: una joven con cofia y chal y un hombre con las manos en los bolsillos se cruzan y parece como si sus miradas también se rozaran. Luminosas como monedas de plata, las mesas de esta pintura atraen a los paseantes. Parecen lunas llenas de verano, unas junto otras, reflejando todas las pequeñas luces de la noche. El espacio se abre a la derecha con un escorzo de la vida ciudadana, divididas por las siluetas oscuras de las casas y por las luces de las ventanas. Van Gogh pinta algunos pormenores con un tono sobre otro del mismo color, como el farol amarillo que destaca ante los muros del café.
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