Robert Campin
El agitado movimiento de las figuras y el afán expresivo indican un estilo evolucionado.
Se ha de advertir que la pintura, en su versión primera, mostraba un aspecto mucho más gótico, pues las figuras se recortaban sobre un fondo de oro que todavía se trasluce. Sobre la superficie dorada, otra mano pintó el paisaje y los ángeles, ya en tiempos del autor o muy poco después.
La obra refleja la exaltación mística a que en sus figuraciones religiosas llegaron los mejores maestros flamencos del XV. En este caso, el pintor justifica la actitud de la Virgen abrazada a la cruz haciendo salir de su boca esta invocación de san Bernardo: “Fili dignare me attrahere et crucis in pedem manus figere.”
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