Lucas Cranach el Viejo
Cranach ha elegido un paisaje alpestre, con escarpadas montañas y vegetación de altura, para situar en él la escena, tierna y entrañable. El Niño Jesús quiere saltar de los brazos de su Madre para jugar con una turba de angelitos que lo atienden y lo divierten: uno toma agua de una fuente, otro toca una flauta, los demás se agitan bulliciosos. San José, de pie, parece querer poner orden en tanto bullicio.
La pintura está realizada con extremada pulcritud.
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