Edgar Degas
Espléndida pintura al pastel, dentro del tema de la danza que es uno de los predilectos del artista, que tantas veces evocó sus posturas y movimientos en el camerino, en la sala de ensayos o sobre el escenario. En este caso, ha preferido ambientar el baile popular eslavo en campo abierto, ante una dilatada llanura, como recordando el paisaje ruso. Prescinde por ello de las luces artificiales del teatro y da una iluminación igual, de aire libre, al grupo compacto que forman las tres bailarinas. La ejecución es típicamente impresionista, con un rasgueo de trazos en que se yuxtaponen los colores puros del pastel, dando limpidez a la pintura. La composición está muy cuidada para dar una sensación dinámica del grupo que se mueve hacia los lados.
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