Paul Gauguin
Lugar frecuentado por pintores y en el que Gauguin hacía su tercera estancia, prendado no sólo del paisaje bretón, sino también de sus gentes, de su primitivismo y de su arte popular.
Es entonces cuando mejor asimila la lección de Cézanne, en cuanto a la construcción de la obra, aunque la interpreta a su manera un tanto bárbara, mientras se va agudizando su misticismo egocentrista. Pinta sus Cristos bretones y contempla la naturaleza con una especie de sentimiento místico, frente a las colinas pardas ante el mar, sobre los campos de verdes exasperados en los que trabajan mujeres vestidas con los pintorescos trajes del país.
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