Antonio Allegri da Correggio
Es un cuadro muy famoso, porque marca un hito en la historia de la pintura italiana. Si tenemos en cuenta la fecha temprana en que se ejecutó, hacia 1522, apreciaremos lo que en él hay de innovación y las consecuencias que tuvo en la búsqueda de soluciones para los problemas de la luz.
Esta época en la labor de Correggio se caracteriza por la preocupación en componer siguiendo líneas rítmicas y en dar movimiento a los cuerpos. En esta obra ha partido de unos trazados oblicuos en varias direcciones, cruzados entre sí y quebrados por la masa vertical del pilar arquitectónico que hay detrás de la pastora.
El dinamismo conseguido con este recurso abrirá caminos a la pintura barroca. Y aún es más original la iluminación de la escena, mediante una luz interior que emana del Niño Jesús y se proyecta con fuerza sobre los personajes circunstantes, determinando sombras violentas. Este foco central, al difundirse, establece una gradación de valores y conduce la atención del espectador a donde el pintor quiere.
El efecto lumínico creado por Correggio se anticipa en varias décadas a Caravaggio y aún más a pintores especializados en escenas nocturnas como Georges de La Tour. El propio Rembrandt recurrirá a soluciones parecidas.
Aparte de ello, la gran tabla está pintada con una gran seguridad dibujística y grata calidad y dieron merecida fama a su autor.
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