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sábado, 16 de febrero de 2013

Composición C, rojo, amarillo y azul / Piet Mondrian

Tate Gallery, Londres

Piet Mondrian
En 1921 el lenguaje de Mondrian alcanza su madurez en las telas que titula simplemente Composiciones, obras en las que logra plasmar una «realidad pura», una forma absoluta, expresión de una búsqueda de esencialidad. El artista se libera de toda realidad contingente y reduce la forma a sus dos únicos elementos fundamentales: la línea y el color. La obra de Mondrian tiene influencias de las teorías de la escuela teosófica holandesa sobre la «matemática plástica» de las que encontramos eco en sus propias palabras: «Excluí cada vez más de mi obra las líneas curvas ... las rectas verticales y horizontales son la expresión de dos fuerzas opuestas cuya acción recíproca constituye la vida. Reconocí que el equilibrio de toda la naturaleza se sustenta en la equivalencia de sus opuestos». Mondrian pretendía fundir arte, materia y espíritu para captar esa armonía universal en la que se funda el neoplasticismo: una exploración cuyo fin es descubrir la profunda esencia espiritual de la realidad y de la vida. La pintura de Mondrian, basada en un rigor matemático absoluto, se funda en la relación ortogonal de las líneas y en la adopción de los tres colores primarios (rojo, azul y amarillo), que se aplican, sin matices y de manera uniforme, en contraste con los no-colores (blanco, gris, negro).

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