Museo de Basilea
Eugéne Delacroix
Muestra esta composición una figura tendida de bruces, bebiendo con fruición el agua de un arroyo. Su aspecto –hirsutos los cabellos y la barba- es desaliñado y campesino. Técnicamente el cuadro ha sido realizado con generoso empaste de color, lo que confiere a su superficie calidades matéricas que cuentan en el efecto final. Ello es evidente, por ejemplo, en la pelliza del pastor, que cobra acusado relieve, o bien en las lejanías del paisaje y del celaje, surcadas por largas pinceladas.
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