Pinacoteca de Brera
Bramantino
Pintura sobre tabla de original composición que manifiesta en este artista de la escuela lombarda la precoz intuición del estilo manierista. El centro del cuadro acoge una ampulosa representación de la Virgen que con su amplio manto azul protege la desnuda figura del Niño. Tanto el atavío de la efigie mariana, tocada con un curioso turbante, como el carácter envolvente y amorfo de su indumentaria –que apenas revela el volumen de la mano derecha cubierta por ella- y la actitud del Niño, son exponentes de la voluntad de renovación formal e iconográfica que caracteriza el período de crisis artística que desembocará en el manierismo. En la figura humana trata el Bramantino de superar las cuestiones de expresión emocional que habían preocupado a sus predecesores renacentistas, para concentrarse en la plasmación de su realidad estructural, arquitectónica. Al analizar el cuadro se advierte una dualidad de objetivos: la Virgen y el Niño forman parte, por así decirlo, del escenario monumental que se extiende tras ellos, mientras que la figura de san José, descrita con un naturalismo ya tradicional en la época, es un simple elemento de acompañamiento, secundario y obligado por motivos iconográficos. Tanto en las carnaciones como en la masa de los ropajes sorprende una técnica de ejecución que obtiene efectos de sfumato de una personalidad extraordinaria, sólo igualados por los de Leonardo. La arquitectura del fondo, por el contrario, recibe un tratamiento lineal y cristalino.
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