Domenico Ghirlandajo
Aparte su calidad pictórica, debe su popularidad este cuadro al aspecto físico del anciano, cuya enfermedad –probablemente rinosclerosis- ha sido descrita por el autor con un realismo sin concesiones. El detalle no es puramente anecdótico, sino que revela una actitud ante la realidad y la capacidad para conjugar con ella la expresión de sentimientos, en este caso la ternura, que son por definición inmateriales. Ambos elementos ayudan a la comprensión del arte de Ghirlandajo, en el que juegan, por una parte, el influjo de Masaccio, Botticelli –con quien trabajó en la Capilla Sixtina- y Fray Filippo Lippi y, de otra, una admiración por la pintura flamenca que le lleva en ocasiones a copiar a Van Eyck o a inspirarse en Van der Goes. En este retrato pueden llegar incluso a diferenciarse algunos de tales componentes. La composición, abierta a un paisaje convencional por el lado derecho, es puramente italiana y, de forma más precisa, tiene sus precedentes en retratos de Botticelli. La formulación del paisaje y el tratamiento del detalle, por el contrario, revelan el conocimiento del arte flamenco. Es interesante asimismo señalar que la técnica pictórica, a base de una precisa aplicación del color en trazos lineales paralelos que producen un efecto de rasgueado, se atiene a un procedimiento de tradición medieval.
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