Rafael Sanzio
La tablita pequeña, 28 x 21 cm., es un prodigio de buena conservación, a pesar de los traslados y cambios de mano por los que ha pasado desde que se pintó, hacia 1505, hasta nuestros días.
Fue un encargo del duque de Urbino, Guidobaldo de Montefeltro, para ofrecerla al rey Enrique VII de Inglaterra en testimonio de gratitud por haberle concedido la orden de la Jarretera. Así pasó a la corte británica, de donde debió salir en los turbulentos días de Cromwell.
La composición, tan dinámica como equilibrada, toma por ejes dos líneas diagonales cruzadas que tienen su centro en la figura del santo caballero, subrayada una por la lanza y la otra por la posición del caballo. La figura arrodillada de la princesa Cleodolinda se contrapone a la masa del dragón. Y sobre la quietud del paisaje se agitan los valientes escorzos del jinete, su montura y el monstruo. Todo ello en un aire transparente, en una clara luminosidad que pone en evidencia los más pequeños detalles.
Entre esos detalles, llamemos la atención sobre la cinta azul de la Jarretera que ostenta san Jorge en torno a la armadura de la pierna, debajo de la rodillera; puede leerse la primera palabra del lema “Honni soit qui mal y pense”.También se ve muy bien la firma RAPHELLO en el atalaje del caballo, así como una V que equivaldrá a “de Urbino”.
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