Thomas Gainsborough
Uno de los paisajes más conocidos y celebrados de Gainsborough. El autor no pinta jamás una naturaleza real, sino que la elabora en su mente y la compone en su taller.
Le habían pedido que pintara un cuadro de un determinado lugar, a lo que el artista replica que “si su señoría desea tener algo digno del nombre de Gainsborough, el tema en conjunto, así como las figuras, etcétera, deben ser de su propio cerebro…”.
Y entonces inventa esta escena de la carreta de campesinos que acompañados de niños y perros se dirigen al mercado atravesando un frondoso bosque en el que trabaja el leñador.
La frase define perfectamente el espíritu que predomina en el cuadro, un sentimiento poético, quizá un tanto convencional, de la naturaleza. Pero al mismo tiempo una observación certera en ese grupo del caballo, el carro y los aldeanos, que cuida amorosamente las menudas figuras de los niños, destacándolas con toques de luz a la manera de Rembrandt.
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