Parmigianino
El cuadro es de una composición anómala y complicada, con esa rara postura del Niño Jesús, tendido y apoyado en la bola del mundo mientras alza la flor en su mano derecha, lo mismo que con la afectada posición de las manos de la Virgen en las que el Parmigianino alardea de su habilidad como dibujante. A pesar de su carácter religioso, respira esta pintura una refinada sensualidad, subrayada por las violentas ondulaciones de ropajes y cortinajes.
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