Gabriel Metsu
Puestos a retratarse, Metsu y su mujer se han convertido en dos personajes de escena de género, ante una mesa bien servida, en una posada cuya sirviente anota la cuenta en una pizarra. La posición del hombre sobre el brazo del sillón, alzando su copa y pasando el brazo por el hombro de ella, no deja de recordar la actitud del retrato doble de Rembrandt y Saskia. Pero la idea pictórica es completamente distinta entre uno y otro. En Metsu se trata de una anécdota, acaso de un recuerdo del día en que vivieron un momento feliz. Por eso se reconstruye con toda fidelidad el ambiente, en la amable penumbra del mesón, donde los elegantes atavíos de la pareja lucen sus vivos colores.
Como en todos estos pintores holandeses, lo más destacable es el oficio, la perfección manual con que todo está descrito, elevando así el rango de un arte poco ambicioso en sus objetivos. La tabla lleva, con la firma, la fecha de 1661.
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