Amedeo Modigliani
La pintura de Amedeo Modigliani es la suma de una serie de circunstancias. De una parte, su formación junto a uno de los representantes de la tendencia “macchiaioli”; de otra, el conocimiento del cubismo y la admiración por Toulouse-Lautrec y Picasso. En este cuadro, pintado en 1917, Modigliani demuestra, además, el sentido clasicista y escultórico de su estilo, en el que el arabesco de la línea se conjuga con la continuidad y entidad volumétrica de la materia. Hay en la composición una búsqueda del contraste entre la sobriedad de las gamas utilizadas para modelar el suntuoso desnudo y el abigarramiento cromático del lecho en que se halla tendido. Tal contraste se refuerza asimismo por el empleo de dos técnicas distintas. Los volúmenes anatómicos han sido construidos con pinceladas fundentes, que se suceden sin solución de continuidad, mientras que el fondo sobre el que se recorta nítidamente el cuerpo está compuesto por grandes manchas de color que, por su irregularidad de empaste, producen un efecto vibrante.
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