Pedro Pablo Rubens
Se narra un episodio de la mitología clásica. Júpiter ha seducido a Io y para ocultar el desliz la convierte en ternera. Confía la custodia del animal a Argos, a quien vemos reposar en incómoda postura, recostado en el tronco de un árbol. Se dice que Argos tenía cien ojos y sólo cerraba la mitad de ellos para dormir; a Rubens se le ha resistido esta monstruosidad y sólo le ha puesto dos ojos, pero el izquierdo bien abierto. Llega Mercurio (el Hermes griego) dispuesto a rescatar a Io, para lo cual se vale de su habilidad como músico. Con el sonido de su flauta adormecerá por completo a Argos y podrá salvar a la metamorfoseada reina.
Rubens ha dispuesto una composición muy simple con las tres figuras alineadas, valorando el contraste entre los tres cuerpos: el bello y ágil de Mercurio, el fuerte y musculoso de Argos y el cándido de la vaca. Por entre ellos circulan el aire y la luz, que viene del horizonte y traspasa los nubarrones. El efecto barroco está logrado por la agitación del paisaje tras la quietud de las figuras.
Cuando se contempla con detalle esta o cualquier otra obra de Rubens siempre sorprende la maestría del pincel que define y modela con maravillosa eficacia.
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