Pedro Pablo Rubens
Algunas veces una copia puede tener tanto interés como un original cuando el copista es un artista de talento y manifiesta su propia personalidad al interpretar de nuevo lo que otro hizo antes. Cuando el genio copia a otro genio, hace un ejercicio de comprensión, rinde un homenaje de admiración sin duda, pero también se plantea un problema pictórico ajeno que otro trazó y lo resuelve según su propio sentir. Transfigura, de este modo, a su propia manera, lo que el primer maestro hizo; lo traduce a su estilo le infunde su personal sentimiento. Esta apasionante experiencia queda de manifiesto en esta obra, copia del cuadro de Tiziano que se conserva en el Museo del Prado.
Si nos tomamos la molestia de confrontar los dos lienzos, saltará a la vista la distancia que hay entre la serena poesía de Tiziano y el dinamismo barroco de Rubens. La situación es la misma, los personajes idénticos, y hasta los árboles y el aire vibran con otro estremecimiento. Un siglo escaso separa al original de la copia, más que copia, nueva versión, y en ese tiempo ha habido una mutación profunda en la sensibilidad estética.
Rubens hizo su primer viaje a Madrid en 1603, enviado por el duque de Mantua, a cuyo servicio estaba entonces en Italia. Contempló y admiró en el regio alcázar y en El Escorial los numerosos cuadros de Tiziano, que durante largos años había trabajado para el emperador Carlos y para su hijo Felipe II. Copió la Bacanal y también la Ofrenda a Venus.
No hay comentarios :
Publicar un comentario
Comenta por favor, me interesa tu opinión