Lucas Cranach el Viejo
Constituye un ejemplo del estilo refinado y artificial que el maestro desarrolló tras su nombramiento como pintor de corte del elector de Sajonia. Pertenece este cuadro a una serie del mismo tema en la que se repite un tipo femenino cuya belleza no corresponde a patrones clásicos. En el rostro oval de la dama predomina un mentón almendrado y la amplia frente que cierra la redecilla con sartas de perlas en la que se han recogido los cabellos. Los ojos son asimétricos y poseen una expresión de maligna impasividad. En contraste con las frías carnaciones de la figura se halla la cabeza del Bautista, iluminada desde la parte inferior para acentuar el dramatismo; sus rasgos han plasmado el efecto de muerte instantánea. El pintor ha querido contraponer la vaciedad cortesana de Salomé a la personalidad iluminada del Bautista, cuyo despojo es, a pesar de todo, el único elemento vivo del cuadro. El paisaje de fondo, realizado con minucia y primor, revela sin duda la influencia de Altdorfer.
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