Tate Gallery de Londres
1952
32,7 x 46 cm. Óleo sobre tabla
Cuadro de pequeño tamaño, en el que puede apreciarse con toda claridad el proceso mental y plástico del artista. La realidad está ante sus ojos, pero el pintor sólo extrae de cada forma una mancha de color, despojándola de sus matices y de su contorno. Únicamente la relación de esas manchas entre sí, por su colocación, permitirá al espectador recrear mentalmente aquella realidad que dio origen a la composición. Más que puramente abstracta, es ésta una pintura alusiva, algo así como un mensaje cifrado del artista al contemplador.
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